12 de febrero de 2008

La Sílaba Innombrable

Y he llegado a creer que quizá la imperfección de la respuesta sea la más adecuada situación para el corazón. 

¿O tal vez, el estar atrapado en un mar de dudas, el cerrar la puerta a nuevas oportunidades, el creer que todo es malo, todo es incorrecto o simplemente que todo lo nuevo es igual a lo anterior, sea la actitud de protección más efectiva a hacernos daño?  A lo mejor estas circunstancias ciertamente no tienen sentido ni lógica alguna. O es mejor creer que el hecho de no lograr discernir sobre una insubsistente confusión de sentimientos, no tiene razón mayor que el despecho y el desapego a lo hermoso de estar vivo. 

La condición única, previa a la existencia decorosa y premeditada de nuestra raza, es el amor. El mismo que nos abre espacios in-imaginados llenos de magia y esplendor, propios de la ilusión de perfección que este provoca. Nos impulsa a crecer y desarrollarnos plenamente como individuos productivos y fieles siervos de la construcción de un mejor mundo. Este sentimiento nos provoca sonreir, nos permite acercarnos a lo divino de la naturaleza, y en ocasiones solo nos lleva a realizar locuras que simplemente nos llenan más de vida. 

No es sincero pensar que la vida de un ser humano sería posible sin este sentimiento, valor, locura, bendición, llamese como se le llame; así también, no es posible pensar que la simple posibilidad de que este sentimiento esté próximo a nosotros nos provoque reacciones de miedo e inestabilidad cuando lo más óptimo sería no dejarlo pasar.

Quizá la respuesta opuesta al si, sea la mejor manera de derrumbar sueños e ilusiones que como seres humanos tenemos derecho a tenerlos. O tal vez sea la mejor manera de incentivo para descubrir la verdadera razón e indagar de manera minuciosa en lo más recóndito del corazón que pronuncia aquella sílaba, la innombrable.  

Esperemos...





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