29 de abril de 2010

Comportamientos misógenos de una sociedad patriarcal.


       Es irrisorio y absurdo pensar que en el siglo XXI, en la era de globalización por excelencia, muchas de las cuestiones referentes a los derechos de los seres humanos aún están pendientes de tratar o implementar e inclusive muchas otras ya han quedado en el olvido. El capitalismo neoliberal impuesto de manera global, el cual afirma ser el único garante de la libertad, proclama los beneficios del modelo de sociedad mercantilista donde todos somos iguales en derechos y oportunidades. No obstante esto dista abismalmente de ser cierto. Es en este siglo, y, dentro de este contexto, donde las cosas más ignominiosas ocurren. Es en la era de la modernidad donde miles de niñas y niños del mundo aún mueren de inanición, víctimas de niveles de pobreza e insalubridad sumamente altos. Es en nuestra era, donde las violaciones a los derechos humanos de mujeres y hombres en nombre de la lucha contra el terror, siguen ocurriendo. Torturas, tratos crueles, discriminación, incomunicación, detenciones arbitrarias, ablación, violencia de género, discriminación contra la mujer, y una larga lista de etcéteras, que como no podría ser de otra manera afectan con mucha mayor intensidad a las mujeres. Sometiéndolas, al yugo de una sociedad patriarcal que no ha llegado a comprender la importancia que la actuación y participación de las mujeres, en forma equitativa e igualitaria, tiene para el buen desarrollo de una nueva sociedad global.

Y es que es claro, el mundo actual se caracteriza fundamentalmente por una profunda desigualdad entre los roles de hombres y mujeres, siendo las adversidades de la vida diaria mucho más fuertes para las mujeres. La iniquidad de género existe en todos los rincones del planeta, sin embargo ésta no es vivida en igual intensidad en todas partes, y, en cada sitio puede adoptar diferentes formas, muchas de ellas llegando al límite de lo humano. La iniquidad de género no es un problema homogéneo a nivel de todas las sociedades, por el contrario es el conjunto de muy diversos y variados problemas que tienen como centro de la vejación a los seres humanos pertenecientes al sexo femenino.

A lo largo de la historia se han realizado muchos esfuerzos a nivel internacional para incluir en la agenda de las naciones lo referente a los problemas de género. A partir de 1946, se adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y con esta el reconocimiento de la mujer como sujeto de los mismos derechos que los hombres. En aquel entonces, de los 51 Estados miembros originales de las Naciones Unidas, solo 30 permitían que las mujeres tuvieran los mismos derechos de voto que los hombres o les permitían ocupar cargos públicos. No obstante y con el pasar de los años, la labor de Naciones Unidas logró que en muchos más países se reconociera a nivel legal los mismos derechos para hombres y mujeres, esto sin embargo, demostró ser insuficiente puesto que el reconocimiento legal no garantizaba que esto se llevara a la práctica.

En 1975, la Asamblea general de Naciones Unidas convocó a la primera Conferencia Internacional de Naciones Unidas sobre la Mujer, la Asamblea General identificó tres objetivos que se convertirían en la base de la labor de las Naciones Unidas en beneficio de la mujer:

1.     La igualdad plena de género y la eliminación de la discriminación por motivos de género;
2.     La integración y plena participación de la mujer en el desarrollo;
3.     Una contribución cada vez mayor de la mujer al fortalecimiento de la paz mundial.

Desde este entonces, este organismo es el encargado de dar visibilidad y levantar una voz de protesta en contra de las persistentes desigualdades que aún existen entre hombres y mujeres y mediante esto hacer frente a una de las formas de pobreza más arraigadas que aún existen. Sin embargo, a pesar de que se han adoptado medidas por parte de gobiernos, instituciones internacionales, organizaciones sociales y organismos de cooperación (nacionales e internacionales) la igualdad real entre hombres y mujeres sigue siendo un objetivo por cumplir. Sin negar avances en algunas materias –en educación, por ejemplo- las mujeres siguen siendo “las más pobres entre los pobres”, según ha señalado Naciones Unidas en sus investigaciones.

Entonces, se podría afirmar que la causa fundamental que existe para que estos roles tan diferenciados entre hombres y mujeres se sigan manteniendo, son causados por la constante misoginia y constantes esfuerzos, para no perder el poder, por parte de los hombres que se encuentran en las más altas posiciones tanto políticas como económicas a nivel mundial. Y es que como se puede apreciar en la sociedad global a mayor éxito por parte de un hombre, más claras son las evidencias de machismo y drástica diferenciación de roles entre hombre y mujer en su entorno. Y por el contrario, las pocas mujeres integradas a estos niveles políticos y económicos se ven forzadas a renunciar a su feminidad, a su familia, a su vida, con el fin de alcanzar el éxito, el cual tradicionalmente ha sido un privilegio masculino. Muchas veces se puede apreciar en ciertas mujeres exitosas que para alcanzar su posición en el mundo laboral han tenido que asumir características misóginas que les permiten desenvolverse con mayor facilidad en un mundo diseñado para opacar la actuación de la mujer.

Además, falta de participación adecuada del hombre en el mejoramiento del papel de la mujer en la sociedad, la falta de voluntad política, el escaso reconocimiento del valor de las contribuciones de la mujer a la sociedad, la limitada cantidad de mujeres en posiciones de adopción de decisiones; y los insuficientes servicios para apoyar el papel de la mujer en la vida nacional, como cooperativas, guarderías infantiles y facilidades de crédito, así también como la falta de los recursos financieros necesarios en general destinados hacia mujeres, constituyen algunas de las causas que llevan a que en el mundo actual se siga manteniendo una drástica iniquidad de género. Esto, desde luego, acompañado por la falta de sensibilización entre las propias mujeres respecto de las oportunidades disponibles para ellas y la necesidad de movimientos proactivos que reivindiquen el papel y el valor de la mujer en nuestra sociedad.



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