7 de febrero de 2010

Comentario al artículo Desarrollo económico y ajuste. Diario EL PAÍS, 1 de agosto de 1994

Constantemente se habla de desarrollo como sinónimo de crecimiento económico, manteniendo al margen de la definición el grado de bienestar, la protección ecológica, o la adecuada redistribución de la riqueza. En la era del capitalismo y la globalización, se habla de este proceso en términos de acumulación de capital, liberación de mercados, y un orden económico mundial manejado por los países poderosos, y, detrás de estos, los intereses de las grandes corporaciones.

En este artículo, Manuel Gutillán, trata de argumentar no sólo que la única línea de desarrollo es el crecimiento económico, sino, que éste coexiste inevitablemente con el ajuste económico.[1] Manifiesta que estos procesos de crecimiento económico usualmente tienen como punto de partida una crisis en la que se ha producido un desequilibrio económico lo que implica además un caos político. Las causas para que este fenómeno ocurra pueden ser de carácter interno, como por ejemplo una excesiva inflación, o, razones externas, como la ruptura de relaciones con un estado con el que se comercia mucho. Lo cierto es, que el autor afirma que la única alternativa para salir del abismo económico es la adopción de políticas de ajuste económico, esto quiere decir reducción del gasto público, o, tasas de intereses elevadas, además de la implementación de políticas neoliberales de crecimiento económico, como liberación de mercados, beneficios a las corporaciones que inviertan en el país entre otros.

En referencia a las políticas de ajuste hace una diferenciación entre las de corto plazo y las de largo plazo o estructurales. Con respecto a la primera manifiesta que pueden existir problemas en las balanzas de pagos y ante lo cual se requiere adoptar medidas de carácter presupuestarias, monetarias y cambiarias con el objeto de alinear la demanda con la disponibilidad de recursos finalmente logrando equilibrar el sistema. No obstante, no se manifiesta las consecuencias negativas que usualmente estas políticas acarrean, tales como la imposibilidad de acceso a ciertos productos básicos por parte de los ciudadanos más pobres o la dificultad de obtener créditos debido a las tasas de intereses tan altas, lo cual generalmente termina afectado al bienestar de la población menos rica. Con respecto a la segunda, manifiesta que son políticas que van dirigidas a mejorar la eficiencia y fortalecer la competitividad con el objeto de generar más recursos y por consecuente aumentar los niveles de actividad y crecimiento económico.[2]

Se ha creado un consenso alrededor de esta teoría que conecta al ajuste con el desarrollo argumentando que existen muchas experiencias positivas que han surgido en base a estas. Las políticas de ajuste además proponen que el estado reduzca su actuación a asegurar un entorno macroeconómico estable, otorgar seguridad jurídica a las multinacionales, y crear un ambiente adecuado para los mercados. Se pretende que no haya intervención pública en la regulación del mercado lo cual, en nuestros tiempos, ha comprobado ser un arma muy peligrosa ya que facilita abusos por parte de los más poderosos. Y como era de esperarse, el autor nunca evalúa el coste social que muchas veces pueden acarrear estas políticas.

Se manifiesta también que los países que han adoptado este modelo son mas propicios al desarrollo económico. No obstante, no se analiza que también han existido otros modelos que han logrado desarrollarse sin implementar las políticas de ajuste. Este es el caso del llamado milagro del sud este asiático, donde con un modelo propio y adecuado a la cosmovisión de la región logro el desarrollo de la misma.

Lo curioso de estas políticas de ajuste, es que son impuestas por parte del FMI a sus prestatarios, los países en vías de desarrollo, sin embargo generalmente no pueden ser consumadas puesto que estos países no cuentan con los recursos necesarios para poder soportarlas. La trampa que esta institución ha puesto es que si el país se niega a tratar de implementarlas, entra en la lista negra del FMI, y, por lo tanto, no es objeto de préstamo por parte de esta institución y por consecuente de ninguna otra ya que sin el aval del FMI no se concede crédito a países con alto riesgo.

La idea del autor es limitada puesto que no comprende que desarrollo debería ser entendido y evaluado en base a las condiciones de vida de una sociedad en la cual las necesidades de los individuos y de los grupos de individuos sean satisfechas mediante el uso y explotación racional y sostenible de los recursos disponibles, y puesto que no analiza otras posibilidades sin repercusiones tan graves para los mas pobres. Definitivamente es una visión sesgada por su función dentro de la institución.



[1] Guitián, Manuel. Desarrollo económico y ajuste. EL PAÍS, 1 de agosto de 1994.

[2] Ibídem

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