10 de febrero de 2010

A propósito de la globalización y su influencia a nivel personal y social.

El modelo de globalización capitalista en el que vivimos, tiene una influencia enorme en las personas, no sólo en sus situaciones económicas, sino también, en su vida personal. Hoy en día las dinámicas de las sociedades son mucho más móviles de lo que eran en el pasado. Con el proceso de globalización el mundo ha dejado su forma sólida para convertirse en un mundo líquido, como lo manifiesta Zigmund Bauman. Es decir un mundo donde las relaciones y la formas sociales se van transformando día a día, donde la movilidad de las personas en su vida laboral o en su vida personal ha alcanzado su máximo exponente. En el mundo de hoy la permanencia en algún sitio, llámese este un país o una empresa está condicionada por los intereses de cada persona. Así, es muy común ver hoy en día personas que al encontrar un trabajo y entrar en la plantilla de una empresa no se plantean seguir toda una vida en la misma, debido a que sus sueños y sus aspiraciones van cambiando o evolucionando a medida que pasa el tiempo. De igual forma, el país donde uno trabaja dejó de ser importante. Hoy, interesa más las ventajas que la posición laboral pueda brindar, tanto en el aspecto económico, como en el emocional, o el del conocimiento o inclusive la aventura, que la seguridad que uno pueda obtener al permanecer por el resto de la vida en un país.

Los seres humanos hemos evolucionado a una condición de individualismo guiada por intereses personales, inclusive, muchas veces, egoístas con los que nos rodean. Esto ocurre debido a que es más importante realizarse a nivel personal que pensar en pareja, familia y menos aún en comunidad. Es decir, ya no es el objetivo principal de una persona, el contribuir al crecimiento de una relación o un colectivo sino el crecer individualmente, sea esto hacer mucho dinero o adquirir más conocimiento, o simplemente viajar más. Es más, en nuestros tiempos las parejas o las familias pueden comprometer o limitar los ideales o los sueños de la mujer o el hombre moderno. Dicho de otra forma, si la pareja o la familia no contribuyen a que este hombre o mujer modernos satisfagan su sueño individual, son descartables y es preferible buscarlo sólo.

No obstante, estos tiempos líquidos, también nos han otorgado la capacidad de idear nuevas formas de relacionarnos. El Internet constituye una herramienta magnífica que facilita las relaciones interpersonales y de cierta forma acorta las distancias. A propósito de lo mencionado en el párrafo anterior, nuevos fenómenos, como relaciones virtuales, propios de la sociedad líquida han emergido. Este tipo de relación mantiene a los individuos trabajando por la consecución de sus aspiraciones personales en lugares distintos del mundo, por ejemplo Bilbao-Lima, y al mismo tiempo les permite mantener su relación amorosa a distancia. Esto simplemente ratifica la condición de individualismo puesto que ninguna de las personas involucradas en la relación está dispuesta a ceder un milímetro de los pasos avanzados para conquistar el sueño personal en honor al amor, al cariño o a la estabilidad que antes se conocía.

Esto nos lleva a reflexionar sobre otro de los fenómenos del mundo actual, el amor líquido, el cual para Bauman constituye nada más que una respuesta a manera de instinto que tienen las personas con el objetivo de no sentir soledad pero que de ninguna manera significa una atadura de por vida. Se puede afirmar que ciertamente muchas de las relaciones interpersonales y especialmente las afectivas carecen de ese germen sólido de vínculo perpetuo entre las personas, y que los seres humanos de la actualidad, nos guiamos más por instintos que por sentimientos de amor sólido y tradicional, lo cual crea una extraña fragilidad entre los vínculos humanos, propios del sentimiento de inseguridad y falta de confianza en el prójimo. Los individuos tienden a sentir impulsos de estrechar lazos entre sí pero al mismo tiempo no atarlos de manera muy fuerte para de esta manera tener la capacidad de deshacerse de ellos cuando sea necesario.

Se podría decir que el amor ha perdido su esencia y su significado profundo de lealtad y compromiso con una persona. Hoy en día las relaciones sexuales surgen de la espontaneidad de una copa y dos sonrisas, y como ya es normal, pueden durar tan sólo una noche, como un año, eso si, sin la presión de que el hecho pueda desembocar en una relación de larga duración. Con esto se puede comprobar la liquidez del mundo y sus relaciones, todas condicionadas por la protección personal, la desconfianza en el par y el individualismo. Estas características de la sociedad actual con sus relaciones interpersonales, nos ha convertido en un mundo donde todo es desechable. Tanto las personas como las cosas pueden ser descartadas con una facilidad nunca antes vista. Es igual de fácil cambiar de coche como cambiar de pareja, o como arrojar a la basura pañales desechables. El mundo, nos ha convertido en seres con fecha de caducidad inmediata, seres descartables, e inclusive muchos indeseables.

El último, es el caso de la mayoría de personas que viven en el mundo en vías de desarrollo, los cuales a ojos del 20% privilegiado de la población, deberían desaparecer, ser invisibles. La sociedad actual los ha convertido en desechos humanos, seres que no son objeto de acogida en la sociedad desarrollada puesto que no están a la altura que el mundo de hoy exige. El sesgo de individualismo al que se ha venido haciendo referencia, ha facilitado a que un porcentaje importante de la población sea visto con desprecio e inclusive con asco. Ya no sabemos donde ponerlos, donde mandarlos o esconderlos puesto que nos están jodiendo el paisaje. Y es que estos desechos humanos son los primeros descartables, los que no pueden ser empleados en la sociedad de consumo actual, y los que ni por un milagro podrían beneficiarse de los logros de la globalización, la cual por el contrario, ha tenido un efecto desgarrador en los lugares donde habitan.

Y es que quizá Bauman tenga razón y el ser humano de la sociedad actual, nórdica, desarrollada, no tiene la capacidad de asumir compromisos que representen la renuncia a ciertas aspiraciones personales o de país. El modelo del individuo individualista puede fácilmente servir de ejemplo de la sociedad capitalista individualista también, puesto que esta ha venido actuando en beneficio propio y a costa del sufrimiento, la opresión y el subdesarrollo de muchos, sin siquiera, pararse a pensar un segundo en que ocurre con el de abajo y como le afecta su caminar. El modelo de globalización capitalista como se ha venido desarrollando hasta este día, no es incluyente y carece de principios y valores éticos, descarta todo lo que se ha usado por unas pocas veces, discrimina al que se ve diferente o al que no es él. Camina con paso firme y decisión, sin pensar a quien pisa, no importa nada, el objetivo es la consecución de un sueño personal; el dominio de lo global.

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