7 de febrero de 2010

Pero, ¿qué es esto de la Globalización?

Contar la historia de la mundialización o globalización es casi tan complicado como contar la historia del mundo, ya que, desde que nuestro primer ancestro aprendió a caminar erguido y su cerebro desarrolló la capacidad de razonamiento, los seres humanos hemos estado en constante movimiento, expansión, e interrelación; que quizá sea la forma más sencilla de definir mundialización. No obstante, es tan sólo en los últimos cincuenta años que podemos hablar en estricto sentido de ésta. Entonces, ¿ qué es realmente la mundialización o globalización?

Para dar respuesta a tan sencilla, pero engañosa, pregunta es necesario primeramente repasar algunos eventos trascendentales en nuestra historia, la historia del ser humano. A finales de la segunda guerra mundial, la sociedad internacional se encontró sumergida en una guerra aparentemente invisible pero con un efecto de magnitudes enormes; la guerra fría. Lo que ésta significó no es nada menos que el enfrentamiento entre dos sistemas existentes en ese entonces: a) el sistema occidental-capitalista y b) el sistema oriental-comunista. Con el triunfo de los aliados, los Estados Unidos consolidó su hegemonía global e impuso su sistema económico, el capitalismo. Este sistema se caracteriza porque tanto los seres humanos, como las empresas, se dedican a la producción de bienes y servicios, y se encuentran únicamente regulados por las fuerzas del mercado. La mano oculta del mercado, como la llamaba Adam Smith, es la encargada de organizar, de decidir el movimiento de los bienes y servicios, y, de adjudicarles un valor para su comercialización. El sistema capitalista está diseñado para que los estados tengan el menor control posible en el ámbito mercantil sobre lo que ocurre en sus sociedades, y son las grandes empresas o grupos económicos los que dirigen el devenir de la economía de una nación, y hoy en día,,de la economía del mundo. Al tener un papel mínimo en la evolución de las sociedades, el Estado, usualmente, no llega a satisfacer las necesidades de interés público, es decir servicios sociales, como la salud, la seguridad o el medio ambiente. Entonces, convirtiendo a todas estas prestaciones en servicios comercializados por empresas privas.

Para asegurar la vigencia y dar continuidad al proyecto, la sociedad internacional ingenió una serie de instituciones de “fomento, estímulo, y financiación” de los países en vías de desarrollo, con las finalidades “altruistas” de nunca más permitir que los más débiles fueran ultrajados y que su voz sea escuchada. Así, se ha creado una trinidad maligna: el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y a la Organización Mundial del Comercio, organizaciones en su mayoría lideradas por miembros de las 5 economías más fuertes del planeta, y las cuales, con sus políticas casi imposibles de cumplir para los financiados, han sumido en la miseria a muchas naciones.

De esta forma el capitalismo se ha derramado por el mundo como una mancha de petróleo en el océano, esparciéndose por él. La consecuencia de este acontecimiento ha alcanzado ha interconectar todos los aspectos y a todas las personas que habitamos el planeta.. La expansión del capitalismo ha llegado, sin duda alguna, a la mayoría de países del mundo, entrelazando sus mercados, profundizando relaciones de oferta-demanda, de empleado-empleador, de desarrollado-subdesarrollado, de norte-sur, y logrando, inclusive, conectarlos de manera física con redes de telecomunicación y de transferencia de información esparcidas por todo el globo.

El desarrollo de las telecomunicaciones permite hoy en día conectarse en tiempo real con cualquier lugar del mundo, consiguiendo de esta manera una interactividad entre continentes que está en marcha durante las 24 horas del día los 365 días del año. Esto ha favorecido que las grandes empresas contraten servicios en un tercer país. Así, aumentando su productividad, y también su influencia en la vida diaria de las personas, por ejemplo:

Es muy común, hoy en día, que una empresa multinacional, digamos Nike Inc., tercerice los servicios de la manufactura de sus productos en algún país en vías de desarrollo, digamos Indonesia, donde los costes de producción son más bajos y las condiciones laborales menos rigurosas que en un país desarrollado, para luego comercializarlos en tiendas de Europa, Estados Unidos y muchos otros países, donde sus productos coparán los mercados y crearán una nueva tendencia de vestir. Al deslocalizar su producción, Nike Inc., ha conseguido tener una producción más barata, con gente trabajando en un horario diferente, y así consiguiendo una productividad mayor de más horas de trabajo para su empresa a nivel integral. Al mismo tiempo, ha generado muchas plazas de trabajo en Indonesia, y podríamos, seguramente, decir, que la economía de los empleados de esta maquila dependen en un porcentaje alto de la situación económica o estratégica de la empresa. Pero la situación económica de la empresa, a su vez, depende de varios factores. Uno de los más importantes, es el valor de sus acciones en el mercado bursátil. Es decir, que la estabilidad de ésta, está en las manos de un grupo de personas que se dedican a especular con acciones de empresas y otros títulos valores, en un mercado bursátil que, comúnmente, puede estar contaminado por títulos que no tienen ningún valor real, y que por el contrario tienen un riesgo altísimo de generar pérdidas. Estos valores son conocidos en el la jerga financiera como títulos basura. Es decir, que si hipotéticamente la mencionada empresa quebrara, todos los empleados de la maquila en Indonesia quedarían desempleados. Desde luego, ocurriría lo mismo, si por razones de estrategia de mercado o por pura maniobra la empresa decidiera moverse a Brasil.

Con la globalización económica, las fronteras de los países cada día son menos importantes para el transito de productos, puesto que los mercados han dejado de ser nacionales y se han convertido en mundiales; ahora el comercio es global. Es decir, los productos que alguna vez eran sólo de conocimiento de una cierta región y privilegio o desgracia de una cultura en particular, han dejado de serlo, y hoy pueden ser comercializados en cualquier parte del mundo. Los mercados rigen los actos de comercio que se realizan sin importar el territorio. Y la facilidad que la tecnología nos brinda, permite que los productos sean intercambiados sin importar el lugar geográfico donde se encuentren. Las transacciones se realizan en una especie de limbo mercantil en el que los negocios antes realizados en dinero físico, han desaparecido y todo se mueve a través de sistemas financieros interconectados por sistemas informáticos que les permiten controlar los dineros de manera virtual. Es decir, una persona puede realizar un pago por una mercancía desde su hogar, digamos Quito, a otra persona, en otra ciudad al otro lado del mundo, digamos Estambul, sin siquiera conocerse y menos aún realizar un intercambio físico de dinero.

Esta situación, ha llevado a que los sistemas financieros tengan una red mundial formada de diferentes instituciones bancarias, todas relacionadas e interconectadas entre sí, que se encargan de manejar todas las transacciones monetarias a nivel global. En pocas palabras, los dineros del mundo se encuentran en manos de los banqueros, algo que desde luego no siempre es lo más acertado, puesto que esta capacidad muchas veces ha ido en detrimento de las personas que han depositado su confianza en las instituciones bancarias, las cuales mediante especulaciones, con el valor de acciones de empresas que cotizan en las bolsas de valores, más de una vez han jugado a pérdida con los dineros ajenos. Para ilustrar esta afirmación basta con recordar la crisis financiera que estalló a finales del 2008.

La interconexión de los mercados mundiales, y la importancia que las grandes empresas tienen a nivel global, fue más visible que nunca en esta crisis, ya que la quiebra de ciertas instituciones financieras y corporaciones multinacionales tuvieron impacto directo en la economía de muchos países, y esta vez no sólo en los menos desarrollados, generando de igual forma desempleo e inclusive desesperación en los ciudadanos y sus gobiernos. La inminente quiebra de varias multinacionales movilizó inmediatamente a los gobiernos para adoptar medidas de rescate especialmente a los bancos que son los encargados de mantener a flote esta economía, por ejemplo, grandes consorcios como Lehman Brothers o City Bank, por nombrar dos grupos financieros. No obstante, la influencia de otras multinacionales, como General Motors o Coca Cola, puede ser de igual forma muy perjudicial. Este fenómeno demostró la influencia que las multinacionales tienen sobre la economía global puesto que la inestabilidad de una de ellas puede perjudicar a millones de personas y además poner en jaque a más de un Gobierno. La democracia de nuestros días se debe a las grandes corporaciones y los Gobiernos se encargan de velar por su bienestar para de esa forma no desestabilizar sus sociedades. Esto sin duda alguna ha generado mucha riqueza concentrada en las manos de muy pocos y desde luego tiene sus grandes perdedores; las personas más pobres de los países más débiles.

El modelo de globalización capitalista en el que vivimos, ha desarrollado un modelo conocido como centro-periferia. Modelo que ahonda la dependencia entre los países centrales o desarrollados y las periferias o países subdesarrollados. No obstante, es también aplicable a situaciones locales. Es decir, que ciertas ciudades, usualmente las capitales de los países, incluyendo a los más pobres, son receptoras de fuertes inversiones de capital extranjero que sin duda alguna permiten un crecimiento en la economía a nivel macro. No obstante, generan crecimiento económico sólo en el sitio escogido y por lo tanto aíslan a la ciudad, donde se invierte, de la realidad del resto del país. Esto genera varios fenómenos, que usualmente pueden ser reproducidos a escala global, entre ellos: un aumento en la brecha entre ricos y pobres, haciendo las diferencias socio-económicas aún más visibles, así como fenómenos migratorios internos del campo a la ciudad, y consecuentemente mayor pobreza urbana en las urbes debido a que la maquinaria productiva no está en capacidad de abarcar toda la demanda de empleo que se ha generado, lo que ocasiona un incremento de la delincuencia y ello el aumento de la sensación de inseguridad. Este modelo, a nivel global, crea una dependencia económica de los países ricos puesto que son sus inversiones o sus préstamos los que son necesarios para el desarrollo de la economía. Usualmente, las condiciones en que estas inversiones o estos préstamos llegan, son totalmente desfavorables para el receptor.

La globalización económica ciertamente ha generado muchas cosas positivas como la posibilidad de viajar, conocer e interactuar diariamente con otras culturas, la facilidad de las comunicaciones, y desde luego una ampliación de nuestro bagaje cultural, y resultaría muy beneficioso si el modelo actual pretendiera avanzar a una cultura universal. No obstante, las consecuencias de ésta también nos muestra el lado contrario con resultados que han sido catastróficos. Decenas de países sometidos al subdesarrollo enfrentan crisis económicas que deterioran aún más las condiciones de vida de las personas más vulnerables. Millones de personas mueren de inanición y pandemias, producto de cientos de guerras exportadas desde los países desarrollados y por consecuencia de un medio ambiente deteriorado

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